22 julio 2009

El trabajoso arte de hacer nada


No sé exactamente cómo es la nada, si el vacío es negro o la nada es como estar en blanco, pero hacer nada es genial (siempre me ha hecho gracia eso de negar dos veces, "no hago nada" significará entonces "hago algo", lo correcto sería "hago nada" para referirse a que estoy quieto o inerte).
Pues bien. Estos días de vacaciones he lllegado a la conclusión de que me encanta hacer nada: Estar tumbado en el sofá, levantarme de repente y deambular sin rumbo. Tener la mente en blanco y reparar en que tendría que hacer algo útil, meditar la palabra "tendría" y deshechar el resto de la frase por incongruente en este momento. Levantarme tarde, o pronto, para acostarme cuando me venga en gana. Hacer muchísimo deporte, o estar inactivo, porque quiero. Tomar 4 cervezas seguidas una tarde y luego beber sólo agua durante 4 dias porque me apetece. Perderme por las calles porque no tengo que ir a ningún sitio, porque no busco una dirección y porque no hay motivo. Ver la estúpida programación de la televisión y detenerme en canales donde tienen a una modelo vibrando continuamente subida a un aparato del demonio mientras el presentador repite una y otra vez las bondades del vibramatic 4000 y reirme a carcajadas ante lo surrealista de la situcación.
Sólo me molesta una cosa: Sé que esto acabará dentro de poco.