El aparente abandono de Lady-Maña

Salía de mi primer mundo de manifestar mi poder económico (vamos, de una terraza de tomar una caña, que todo hay que explicarlo) cuando la encontré ahí, con apariencia de abandonada, con los ojos cerrados y la boca semiabierta, con su larga melena ondeando al tenue viento de verano. Estaba como pensativa, acaso discurriendo sobre las vueltas que da la vida y cómo ha acabado viviendo en un minipiso cutre, en un edificio sin ascensor en el que tiene que hacer verdaderas cabriolas para salir un rato a tomar el aire. Pero su pose era digna, al igual que su vestidito y calzado aragonés, preparada para bailar la jota en cualquier momento menos ahora. Ahora era el momento de meditar sobre el destino e idear cómo afrontar la próxima subida del euribor. Sus labios pintados en exceso mostraban que aun se sentía atractiva.
Un minipiso, al fin y al cabo, también es un hogar del que sentirse orgullosa, por muy abandonado que parezca.