La vida es jodidamente jodida. Uno quiere disfrutar de una caña en una terraza y tiene que firmar una hipoteca para pagarla. Los bares se quejan por la crisis y los impuestos pero no pasan la bayeta y, al acabar la caña, te llevas pegado en la manga dos huesos de aceituna, tres palillos y 6 millones de virus de la gripe porcina....
Me encanta la idea de una pandemia. ¿Por fín? Visto que lo del meteorito de los cojones siempre pasa de largo, aun queda esperanza con la virus que nos convierta a todos en zombies devoradores de cerebros y con estética Kiss. Ell problema es que tiene que llegar a China, mezclarse con la gripe del pollo y crear el virus X: la gente toserá y junto con las vísceras y la cena de la última noche ahí estará, el gran virus que creará aliens chiquititos que todos tendremos como mascotas.
El 95 % de la población sucumbirá, incluida la tía pesada del anuncio de ING, los testigos de Jehová y Belén Esteban. Entontes yo me retiraré a una isla desierta con mi PSP y un cargamento de macarrones de sobre en salsa verde y disfrutaré de comer gusanos y sapos vivos, como hace el tipo ese de los documentales de cuatro, que siempre anda por ahí levantando piedras y lanzándose por acantilados (El Calleja ese no, que es un inútil al que le llevan la mochila y lo más que ha hecho es tomar sopa de criadillas en Nepal, bueno, también pelotea a ZP, que ya tiene su mérito).
Así que... a disfrutar del apocalipsis
03 mayo 2009
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1 comentario:
Cierto. Es jodidamente jodida...espantosamente espantosa...pero también la vida es apasionantemente apasionante y
sublimemente sublime.
¡Lo uno por lo otro!
Saludos australes.
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